En noches como estas, cuando la sangre quema, me recuesto en
el pavimento caliente, boca arriba y cierro los ojos. La atmósfera pesada, el
vaho del estío, me abrazan, abrazan a mi cuerpo que flota mientras la música de
la ciudad despierta. Arde vivir, arde sentir, arde respirar. Mi propia
existencia me somete, me oprime, el peso del ser. No tengo escondite, no tengo
a donde huir de mí. En noche como estas me convierto en letras, en palabras, no
tengo otra opción.