La finalidad de la poesía es lograr la empatía entre el escritor y el lector

jueves, 16 de abril de 2020


Quiero arrancarme las ideas de la cabeza;
Tirarlas al río marrón que baña esta ciudad;
Río de mierda para ideas de mierda,
 Que fluyan, que naufraguen y se ahoguen,
Como me ahogo yo en estas lágrimas de agua dulce.
Quiero bañarme en aguas lejanas pero mi balsa se hunde en este charco.
Estoy rodeado de soledad como una isla en medio del Río de la Plata.
Río de mierda, soledad de mierda.

sábado, 4 de abril de 2020


Entre los padecimientos de la migraña, caminando lentamente por la habitación observé aquel libro de tapa dura que solía leerte algunas noches entre risas y cosquillas, tirados en la cama. Ese libro de Edgar Allan Poe nos sumergía en las historias de Morella, de los Usher, de Valdemar. Cuando impostaba la voz y comenzaba los relatos  todo a nuestro alrededor desaparecía y confluíamos en un torbellino surreal adentrándonos en resquebrajadas mansiones en tinieblas, en la visualización de rostros llenos de expresiones de horror, en cuerpos viscosos y putrefactos, en voces del afterlife. Vos amabas mis lecturas, mi voz resonante. Las noches se vivían en el esplendor de las caricias y la literatura, en el candor de las sábanas y el fulgor de los cuerpos que las rozaban apaciblemente. Despertábamos en un sosiego pleno, volviendo a la claridad del día, de los pájaros que se apostaban sobre el tilo, que perfumaba soleadas y frescas mañanas de otoño.
Ahora contemplo la lápida bajo la lluvia, me guío en el cementerio por el imponente ciprés que se erige a unos metros de la tumba. Contemplo la tierra mojada y pienso en la frase de Morella “I am dying, yet shall I live.” El pasado no está muerto, nunca muere, lo único efímero es el presente y por eso mi condena es peor que esta sepultura.