La finalidad de la poesía es lograr la empatía entre el escritor y el lector

viernes, 30 de diciembre de 2022

 

Soliloquio eterno se desparrama por cada centímetro del cuerpo, como si cada célula cantase al unísono la misma melodía de una canción de protesta contra sí misma. Exhausto de sentimientos, me saco el traje de lo que fui, desnudo, casi exánime y desorientado en una encrucijada. Imágenes que confunden la visión, los senderos oscuros del devenir. Me entrego por completo al perfume dionisíaco de esta galería límbica como si el canto de una sirena me nublase la vista una vez más ¿Iré hacia el vacío que se extiende más allá de las barrancas o hacia la frondosa foresta bañada de la luz áurea?

lunes, 31 de octubre de 2022

 Naxos nos espera, otra vuelta;

Conduciendo por las montañas, visualizando el Egeo.

Tu sonrisa, tu felicidad, mi felicidad.

Nadando desnudos en las aguas ancestrales.

Tirados al atardecer en la Puerta de Apolo.

Fui feliz, tuve vida, tuve futuro y destino.

Parto con el dolor de todo, de las despedidas, de lo inevitable de la locura intrínseca de la destrucción;

Con mi rezo, mi pluma y mi canto ruego que las Moiras entrelacen nuevamente nuestros hilos.

 No hay nada que no esté dicho, sobran las palabras y hay noches que ininteligibles. Después del vino fue sexo metafísico, trascendiendo el tiempo y el espacio. La habitación que no era, el fuego que parecía eterno, entrelazamiento cuántico pasajero. Nada es eterno, todo finalmente deviene, cae por su propio peso, por la ladera del absurdo, de lo que ignoramos, lo que no entendemos, de lo inasible. Perdimos nuestras vidas por un instante, con su realidad uniforme, racional, tangible. Nos envolvimos en un uróboro, ciclos eternos de vida y muerte, pequeñas muertes que nos estremecían. Las pupilas dilatadas, las piernas convulsionadas, la casa que se caía por el temblor, el sismo del vórtice que se abrió y nos tragó para luego escupirnos en la siempre gris realidad del día y de la noche, de los cuerpos, de lo físico, de lo que envejece, se marchita y muere. Lo eterno no existe salvo los momentos que, como reza el epitafio de Keats, se escriben en el agua. Infinitos, inmarcesibles, perennes, incesantes, así son las memorias que se guardan en los cuerpos, los muros y la tierra; que se transforman en mitos, en historias, en espíritus del mundo, en palabras de boca en boca, en leyendas ¿Quién dice que no existieron dos amantes en Transoxiana que se unieron en lo esotérico de un sexo espiritual y su leyenda se inscribió en las paredes de los templos zoroástricos del fuego; transmitiéndose así de generación en generación como un Mito del poder de esa unión?

lunes, 3 de octubre de 2022

 Yo, Nathanael

‘’ Mi alma es demasiado débil; sobre ella pesa,
como un sueño inconcluso, la espera de la muerte
y cada circunstancia u objeto es una suerte
de decreto divino que anuncia que soy presa’’

John Keats

Entre los gatos y los setos del Cementerio Protestante de Roma, bajo una lluvia fina, fue la última vez que la vi. Caminábamos a la par, aún felices, aún en sueños con la realidad ajena. Nuestras alas de humo desaparecerían, nuestro amor caería como Ícaro luego de acercarse demasiado al Sol. Heroína de mis días, idolatría sublime que aún me pesa, mientras me hundo en el lecho de las oscuridades de los pantanos.

 ¿Qué cruel Coppelius ha metido a una Olimpia en mi camino? Perdido en unos ojos sin vida, sin profundidad he perdido el amor de mi Clara. Como un loco bailo en los círculos de fuego, danzo desnudo en el ritual abrazándome a Azazel, enfermo de lujuria.

Tu nombre quedará escrito en el agua de mis mares, eterno, impertérrito y puro.

Mi nombre se desvanecerá como lo escrito en la arena, y aún así quedarán mis palabras anónimas, como el único elemento puro de mi alma.

domingo, 25 de septiembre de 2022

No hay lugar donde no la vea. En la inmensidad de los campos, en la soledad del mar adentro, en el ajetreo de las multitudes; su rostro pintado de blanco, sus ojos negros de mirada muerta, desnuda. Ella aparece, me llama con su magnetismo oscuro, con su voz no humana, y allí todo el resto del paisaje pasa a segundo plano, a ser parte de la escenografía estéril del mundo.

Entre los cientos de miles de peregrinos que visitan las tumbas sagradas de Ahmad y Muhammad en Shiraz es la única que veo sin ropas, sin chador, profanando los lugares sacros con su sexo sangriento.

Entre los turistas curiosos y visitantes devotos del Vaticano, desafía a los clérigos de la hipocresía, subvierte la moral; camina entre las catacumbas de la Basílica de San Pedro, recostándose entre los osarios de antiguos pontífices.

En los ritos tribales, en el desentierro del diablo norteño, baila, se hace una con los paganos, se vuelve montaña, tierra y fuego.

Yo la veo en todas partes, sangre de mi sangre, cenizas de la vida pretérita que continúo sosteniendo entre mis manos.


miércoles, 27 de abril de 2022

 ¿Cómo puedo saber lo que llevo dentro? Una pulsión de muerte, destructiva. Muerte de mi yo anterior, quien fui el segundo anterior, el minuto anterior. Destrucción de mi historia, mis lugares conocidos. Pulsión de creación y libertad.

A su vez sigo enraizado, arraigado, metido en la tierra hasta la cintura, en ese fango cálido de mi patria, mi linaje. La historia del barrio corre por mi sangre y brota por mi boca, escupe a los foráneos canciones de arrabal que ya no existen.

El cielo ocre, la humedad y el humo, se confunde con las hojas marchitas de este otoño extraño. Habito mi cuerpo pero no estoy dentro, camino con pies que no siento míos, toco con manos que me son ajenas. El sabor de este mate amargo es lo único real en este día.

¿Qué busco en el sexo? Sacarme eso que tengo adentro, pulsión de destrucción, desfallecerme por un segundo entre unos brazos impropios, como los míos, los que llevo puestos en este cuerpo cada día más cansado de esta existencia sublime; cada día más enamorado de esta existencia sublime de la que no me puedo arrancar, a la cual me aferro como a este vaso de cerveza amarga.