La finalidad de la poesía es lograr la empatía entre el escritor y el lector

lunes, 30 de julio de 2012

Lluvia

 "No hay nada más claro,
que la soledad que desnuda la lluvia.
Despierta la nostalgia,
el recuerdo por las cosas perdidas.

Es increíble como es sinfín de gotas que caen
encienden tu alma.
Tempestades, cielos grises,
Nos hacen pensar.

Ese ruído casi unísono
Que provocan las gotas al caer
Y ese rayo que ilumina el cielo, la noche
Resuenan en nuestro inconsciente, para volver a recordar tormentas vividas por nuestras almas."

Poema escrito el 20/10/2008

sábado, 28 de julio de 2012

Sobre escribir

Asoma sus rayos el sol,
En una vieja hoja escribo,
Vierto mis sentimientos,
Y desaparece lo que me rodea.

Inefable sensación de arrancarme el corazón,
Y plasmarlo en el papel,
Y una necesidad incurable
de hacer de este trozo de papel
un lugar de mi memoria.

El sol ya no golpea mi cara,
Y la ventana como un cuadro me muestra su color,
Como el ave que vuela por los aires,
Que respira libertad,
Así me siento, luego de dejar fluir mis sentimientos.

Luego, la libertad se pierde,
Y con el cuerpo encadenado,
Vuelve la rutina, la vida,
¡Cómo quisiera ser aquel ave!
¡Cómo quisiera respirar libertad y volar!

jueves, 26 de julio de 2012

Ya lejos queda el ruido de la ciudad,
 la oscuridad te absorbe.
Ya el frío quema la piel,
y un sueño profundo llega.
Luz de luna, otra estación, campo y llanura,.
La paz del viajero,
los kilómetros son vidas que se dejan atrás.

lunes, 16 de julio de 2012

Vicente Huidobro

PARA LLORAR

Es para llorar que buscamos nuestros ojos
Para sostener nuestras lágrimas allá arriba
En sus sobres nutridos de nuestros fantasmasEs para llorar que apuntamos los fusiles sobre el día
Y sobre nuestra memoria de carne
Es para llorar que apreciamos nuestros huesos y a la muerte sentada
                                                                                    [junto a la novia
Escondemos nuestra voz de todas las noches
Porque acarreamos la desgracia
Escondemos nuestras miradas bajo las alas de las piedras
Respiramos más suavemente que el cielo en el molino
Tenemos miedo
Nuestro cuerpo cruje en el silencio
Como el esqueleto en el aniversario de su muerte
Es para llorar que buscamos palabras en el corazón
En el fondo del viento que hincha nuestro pecho
En el milagro del viento lleno de nuestras palabras
La muerte está atornillada a la vida
Los astros se alejan en el infinito y los barcos en el mar
Las voces se alejan en el aire vuelto hacia la nada
Los rostros se alejan entre los pinos de la memoria
Y cuando el vacío está vacío bajo el aspecto irreparable
El viento abre los ojos de los ciegos
Es para llorar para llorar
Nadie comprende nuestros signos y gestos de largas raíces
Nadie comprende la paloma encerrada en nuestras palabras
Paloma de nube y de noche
De nube en nube y de noche en noche
Esperamos en la puerta el regreso de un suspiro
Miramos ese hueco en el aire en que se mueven los que aún no han nacido
Ese hueco en que quedaron las miradas de los ciegos estatuarios
Es para poder llorar es para poder llorar
Porque las lagrimas deben llover sobre las mejillas de la tarde
Es para llorar que la vida es tan corta
Es para llorar que la vida es tan larga
El alma salta de nuestro cuerpo
Bebemos en la fuente que hace ver los ojos ausentes
La noche llega con sus corderos y sus selvas intraducibles
La noche llega a paso de montaña
Sobre el piano donde el árbol brota
Con sus mercancías y sus signos amargos
Con sus misterios que quisiera enterrar en el cielo
La ciudad cae en el saco de la noche
Desvestida de gloria y de prodigios
El mar abre y cierra su puerta
Es para llorar para llorar
Porque nuestras lágrimas no deben separarse del buen camino
Es para llorar que buscamos la cuna de la luz
Y la cabellera ardiente de la dicha
Es la noche de la nadadora que sabe transformarse en fantasma
Es para llorar que abandonamos los campos de las simientes
En donde el árbol viejo canta bajo la tempestad como la estatua del mañana
Es para llorar que abrimos la mente a los climas de impaciencia
Y que no apagamos el fuego del cerebro
Es para llorar que la muerte es tan rápida
Es para llorar que la muerte es tan lenta

 Noche

Sobre la nieve se oye resbalar la noche.
La canción caía de los árboles,
Y tras la niebla daban voces.
De una mirada encendí mi cigarro.

Cada vez que abro los labios
Inundo de nubes el vacío.
                                                     En el puerto,
Los mástiles están llenos de nidos,

Y el viento
                             gime entre las alas de los pájaros.
                LAS OLAS MECEN AL NAVÍO MUERTO
Yo en la orilla silbando,
             Miro la estrella que humea entre mis dedos
  
La vida es sueño
Los ojos andan de día en día
Las princesas posan de rama en rama
Como la sangre de los enanos
Que cae igual que todas sobre las hojas
Cuando llega su hora de noche en noche
Las hojas muertas quieren hablar
Son gemelas de voz dolorida
Son la sangre de las princesas
Y los ojos de rama en rama
Que caen igual que los astros viejos
Con las alas rotas como corbatas
La sangre cae de rama en rama
De ojo en ojo y de voz en voz
La sangre cae como corbatas
No puede huir saltando como los enanos
Cuando las princesas pasan
Hacia sus astros doloridos
Como las alas de las hojas
Como los ojos de las olas
Como las hojas de los ojos
Como las olas de las alas
Las horas caen de minuto en minuto
Como la sangre
Que quiere hablar
  
Horas

El villorrio.
Un tren detenido sobre el llanto.
En cada charco
                                       duermen las estrellas sordas,
Y el agua tiembla.
cortinaje al viento
                           
                                                     La noche cuelga en la arboleda.
En el campanario florecido

Una gotera viva
                                         Desangra las estrellas.
         
De cuando en cuando
Las horas maduras
                                                      Caen sobre la vida.


Ilusiones perdidas

Hoja del árbol caída en infancia
hoja caída de rodillas
en el centro de su olvido
dulce juguete de esperanzas y relámpagos
sangrando la cabeza malherida
como las ilusiones ópticas
en su palacio de muerte inolvidable
constante barco de corazón doliente
entre naufragio y sombra apresurada.

Hoja del nudo caído en árbol caído en infancia
adónde te arrastran hoja de dulce corazón
y los excesos del fuego de las águilas visuales
hojas de las ramas calefaccionables
detenidas en el aire
prontas a podredumbre entre sus propios brazos
como las aguas embrujadas.

domingo, 15 de julio de 2012

"Sólo una cosa no existe. Es el olvido" Borges

Dicen que el olvido es sólo una mera ilusión, pura fantasía. Luego de reflexionarlo un tiempo adecuado en mi mente, concluí que con la premisa antedicha. Una cosa o se olvida simplemente, sólo podríamos decir que nuestra mente la guarda en el cajón más recóndito de nuestra alma. Si algún día nos ponemos a hurgar en los recovecos de nuestro ser, nuestro inconsciente, nos encontraremos con que todo sigue allí, igual que cómo estaba. Los hitos en nuestra vida marcan el alma, esas marcas nunca desaparecen, sólo se mimetizan, se camuflan. Y cuando necesitamos olvidarnos de algún hecho que es dañino encerramos ese recuerdo, lo tapamos, hasta quizás nos llegue a parecer que nunca haya ocurrido en esta vida. Es lejano, turbio, distorsionado.
Cada recuerdo, cada momento es una vida dentro de nuestra vida, guardado en la memoria.

domingo, 8 de julio de 2012

Dentro de los mundos internos,
cuando invades tu ser,
cuando miles de ojos te miran, te juzgan,
allí empieza a oscurecer,
los más negros sentimientos,
la oscuridad en estado puro.

Bajo la luz de los otros,
cuando la mirada ajena acecha,
se asfixia el alma,
en un vacío sin libertad,
Sin embargo la mirada que más duele,
los ojos que más te persiguen,
las manos que más te asfixian,
son las propias, son las tuyas.

No está afuera el infierno,
lo que arde, lo que duele, está adentro,
Tu asesino más cruel,
tu depredador más voraz,
siempre serás tu,
tu propio enemigo,
tu propio verdugo.

La lucha empieza contra ti mismo,
la lanza debe ser clavada en el corazón,
de tu parte más oscura,
de tu lado más siniestro,
quien no te deja acariciar la dicha,

Inefables voces,
aterradores ojos,
desfigurados rostros,
dentro de tu alma,
Son tus jueces, tus testigos,
Esa es tu batalla.

Jorge Luis Borges

Aquí les dejo mis poemas preferidos del gran Borges.



Everness

Sólo una cosa no hay. Es el olvido.
Dios, que salva el metal, salva la escoria
y cifra en su profética memoria
las lunas que serán y las que han sido

Ya todo está. Los miles de reflejos
que entre los dos crepúsculos del día
tu rostro fue dejando en los espejos
y los que irá dejando todavía.

Y todo es una parte del diverso
cristal de esa memoria, el universo;
no tienen fin sus arduos corredores

y las puertas se cierran a tu paso;
sólo del otro lado del ocaso
verás los Arquetipos y Esplendores.



El sueño

Si el sueño fuera ( como dicen ) una
tregua, un puro reposo de la mente,
¿por qué si te despiertan bruscamente,
sientes que te han robado una fortuna?
¿Por qué es tan triste madrugar? La hora
nos despoja de un don inconcebible,
tan íntimo que sólo es traducible
en un sopor que la vigilia dora
de sueños, que bien pueden ser reflejos
truncos de los tesoros de la sombra,
de un orbe intemporal que no se nombra
y que el día deforma en sus espejos.
¿Quién serás esta noche en el oscuro
sueño, del otro lado de su muro?

 El reloj de arena

Está bien que se mida con la dura
Sombra que una columna en el estío
Arroja o con el agua de aquel río
En que Heráclito vio nuestra locura
El tiempo, ya que al tiempo y al destino
Se parecen los dos: la imponderable
Sombra diurna y el curso irrevocable
Del agua que prosigue su camino.
Está bien, pero el tiempo en los desiertos
Otra substancia halló, suave y pesada,
Que parece haber sido imaginada
Para medir el tiempo de los muertos.
Surge así el alegórico instrumento
De los grabados de los diccionarios,
La pieza que los grises anticuarios
Relegarán al mundo ceniciento
Del alfil desparejo, de la espada
Inerme, del borroso telescopio,
Del sándalo mordido por el opio
Del polvo, del azar y de la nada.
¿Quién no se ha demorado ante el severo
Y tétrico instrumento que acompaña
En la diestra del dios a la guadaña
Y cuyas líneas repitió Durero?
Por el ápice abierto el cono inverso
Deja caer la cautelosa arena,
Oro gradual que se desprende y llena
El cóncavo cristal de su universo.





Límites

De estas calles que ahondan el poniente,
una habrá (no sé cuál) que he recorrido
ya por última vez, indiferente
y sin adivinarlo, sometido

a quien prefija omnipotentes normas
y una secreta y rígida medida
a las sombras, los sueños y las formas
que destejen y tejen esta vida.

Si para todo hay término y hay tasa
y última vez y nunca más y olvido
¿Quién nos dirá de quién, en esta casa,
sin saberlo, nos hemos despedido?

Tras el cristal ya gris la noche cesa
y del alto de libros que una trunca
sombra dilata por la vaga mesa,
alguno habrá que no leeremos nunca.

Hay en el Sur más de un portón gastado
con sus jarrones de mampostería
y tunas, que a mi paso está vedado
como si fuera una litografía.

Para siempre cerraste alguna puerta
y hay un espejo que te aguarda en vano;
la encrucijada te parece abierta
y la vigila, cuadrifonte, Jano.

Hay, entre todas tus memorias,
una que se ha perdido irreparablemente;
no te verán bajar a aquella fuente
ni el blanco sol ni la amarilla luna.

No volverá tu voz a lo que el persa
dijo en su lengua de aves y de rosas,
cuando al ocaso, ante la luz dispersa,
quieras decir inolvidables cosas.

¿Y el incesante Ródano y el lago,
todo ese ayer sobre el cual hoy me inclino?
Tan perdido estará como Cartago
que con fuego y con sal borró el latino.

Creo en el alba oír un atareado
rumor de multitudes que se alejan;
son los que me ha querido y olvidado;
espacio, tiempo y Borges ya me dejan.




Laberinto

No habrá nunca una puerta. Estás adentro
y el alcázar abarca el universo
y no tiene ni anverso ni reverso
ni externo muro ni secreto centro.

No esperes que el rigor de tu camino
que tercamente se bifurca en otro,
que tercamente se bifurca en otro,
tendrá fin. Es de hierro tu destino

como tu juez. No aguardes la embestida
del toro que es un hombre y cuya extraña
forma plural da horror a la maraña

de interminable piedra entretejida.
No existe. Nada esperes. Ni siquiera
en el negro crepúsculo la fiera.

martes, 3 de julio de 2012

Paul Verlaine

Amantes de la poesía les dejo a un gran poeta francés, algo desafortunado, se podría decir, debido a que vivió bajo la sombra de su gran amigo Arthur Rimbaud, que fue quien se llevó todas las coronas del éxito. Sin embargo, personalmente prefiero la poesía de Verlaine.

"Oh, qué tristeza me llenaba el alma,
y sólo una mujer era la causa.

Nunca más he sabido del consuelo,
por más que el corazón haya ido lejos,

por más que el corazón, por más que el alma,
 huyera del dolor de aquella amada.

Nunca más he sabido del consuelo,
por más que el corazón haya ido lejos,

Y el pobre corazón, que es tan sensible,
repite al alma, ¿Acaso eso es posible,

es posible, lo ha sido alguna vez,
este destierro atroz que me es tan cruel?

Y al corazón el alma dice: ¿Acaso
sé la razón de verme en este engaño,

de estar aquí viviendo en el destierro,
de estar aquí encontrándome muy lejos?"



Mi sueño

Sueño a menudo el sueño sencillo y penetrante
de una mujer ignota que adoro y que me adora,
que, siendo igual, es siempre distinta a cada hora
y que las huellas sigue de mi existencia errante.

Se vuelve transparente mi corazón sangrante
para ella, que comprende lo que mi mente añora;
ella me enjuga el llanto del alma cuando llora
y lo perdona todo con su sonrisa amante.

¿Es morena ardorosa? ¿Frágil rubia? Lo ignoro.
¿Su nombre? Lo imagino por lo blando y sonoro,
el de virgen de aquellas que adorando murieron.

Como el de las estatuas es su mirar de suave
y tienen los acordes de su voz, lenta y grave,
un eco de las voces queridas que se fueron...





lunes, 2 de julio de 2012

Miradas que encierran recuerdos,
Miradas que vencen al tiempo,
Miradas que ocultan memorias,
De esas que penetran en lo profundo del alma,

Miradas que destilan sentimientos,
Miradas que afloran del ser,
Miradas que nunca mienten,
Ellas siempre dicen la verdad,

¿Qué se esconde tras las miradas? Quizás hasta el más profundo secreto se aprecia en una mirada. No hay cómo engañar al corazón, ese que se muestra tras la mirada.
Más dudas que certezas,
poco a poco el cielo ennegrecía,
El sinsentido, el absurdo se adueñaban de la vida.

Siempre se debe buscar una razón para vivir,
no hay peor vida que la que no tiene sentido,
un motivo se necesita para seguir respirando,
¡Ay, cuántos muertos en vida!

A veces se lo encuentra,
pero el maldito intenta escapar,
dejándote desnudo en la inmensidad de la oscura selva de la vida,
agarrarlo con mis manos, encerralo quisé.

Aferrarme a esa razón, encapricharme con el corazón,
"¡No lo dejaré escapar!, ¡No lo echaré todo a perder!"
Después de perder tanto uno aprende a cuidar,
Después de perder tanto uno reniega a dejarlo escapar.

Buscar en las cosas ínfimas, superfluas, una razón,
abrazarlas sin temor, cualquiera sirve para vivir,
¡Cada loco ama su locura!
Para que su alma no se entierre en la amargura.

Espantapájaros 11 (Oliverio Girondo)




Si hubiera sospechado lo que se oye después de muerto, no me suicido.

Apenas se desvanece la musiquita que nos echó a perder los últimos momentos y cerramos los ojos para dormir la eternidad, empiezan las discusiones y las escenas de familia.

¡Qué desconocimiento de las formas! ¡Qué carencia absoluta de compostura! ¡Qué ignorancia de lo que es bien morir!

Ni un conventillo de calabreses malcasados, en plena catástrofe conyugal, daría una noción aproximada de las bataholas que se producen a cada instante.

Mientras algún vecino patalea dentro de su cajón, los de al lado se insultan como carreros, y al mismo tiempo que resuena un estruendo a mudanza, se oyen las carcajadas de los que habitan en la tumba de enfrente.

Cualquier cadáver se considera con el derecho de manifestar a gritos los deseos que había logrado reprimir durante toda su existencia de ciudadano, y no contento con enterarnos de sus mezquindades, de sus infamias, a los cinco minutos de hallarnos instalados en nuestro nicho, nos interioriza de lo que opinan sobre nosotros todos los habitantes del cementerio.

De nada sirve que nos tapemos las orejas. Los comentarios, las risitas irónicas, los cascotes que caen de no se sabe dónde, nos atormentan en tal forma los minutos del día y del insomnio, que nos dan ganas de suicidarnos nuevamente.

Aunque parezca mentira —esas humillaciones— ese continuo estruendo resulta mil veces preferible a los momentos de calma y de silencio.

Por lo común, éstos sobrevienen con una brusquedad de síncope. De pronto, sin el menor indicio, caemos en el vacío. Imposible asirse a alguna cosa, encontrar una asperosidad a que aferrarse. La caída no tiene término. El silencio hace sonar su diapasón. La atmósfera se rarifica cada vez más, y el menor ruidito: una uña, un cartílago que se cae, la falange de un dedo que se desprende, retumba, se amplifica, choca y rebota en los obstáculos que encuentra, se amalgama con todos los ecos que persisten; y cuando parece que ya se va a extinguir, y cerramos los ojos despacito para que no se oiga ni el roce de nuestros párpados, resuena un nuevo ruido que nos espanta el sueño para siempre.

¡Ah, si yo hubiera sabido que la muerte es un país donde no se puede vivir!


domingo, 1 de julio de 2012

Después de la negra tormenta,
que copiosamente inundaba corazones,
Después de huir por el tenebroso bosque del olvido,
de viejos fantasmas,
el alma divisa el ansiado claro.

Sensaciones extrañas de amor y melancolía,
aquellas que nadie mejor que Bécquer para describirlas,
mi humanidad se sumerge en el cálido manantial
de tus sanadores besos que combaten al pasado.

¡La luz se acerca!
¡La puerta a punto de cerrarse!
Luego de abrir los ojos,
tan agitados por el sueño siniestro,
exaltado por el fuego temerario quemándome  por dentro,
así la vi, brillando por la luz de la luna iluminando solo una parte de su rostro.

Ángel romántico que aparece noche y día,
con su mirada obnubila mi razón y despierta la locura,
sus besos son caricias divinas que descifran los misterios de mi alma,
que me desnudan ante la inmensidad.

No hay nimiedades en ella,
y todo es nimio si es ajeno a ella,
Insignificante me siento ante la absoluta belleza
de su cuerpo desnudo bajo la luna.