La finalidad de la poesía es lograr la empatía entre el escritor y el lector

jueves, 29 de noviembre de 2018



¿Es mi pecho el escenario de cruentas batallas que me hunden en el desasosiego?
Las soledades se reavivan en las llamas de mis noches,
Los faros de mis angustias que se encienden,
Se despabilan los fulgores de mi turbación en el reposo de mis penumbras,
Son meras quimeras nocturnas, intrascendentes,
Aunque inquietan las aguas de la existencia,

Cártago descarga su furia en mi cuerpo,
Roma no cae, sucumben los peones,
Las heridas se abren en la tierra,
La sangre baña los campos y se sumerge en el Tíber,
Pírrica victoria de mi alma,
¿Hasta cuándo será?

viernes, 16 de noviembre de 2018

El arrabal y el tiempo



Esta mañana del conurbano, a la sombra de un tilo,
Con la lumbre del sol abrasando,
Y las viejas que pasan caminando,
Las viudas del barrio en vilo,

Cuando lejos del arrabal estoy,
Me sobreviene el hastío,
Mi alma carece de brío,
Añorando las calles voy,

El tiempo desanda las esquinas,
Ya algunos rostros se cubrieron de amarguras,
Otras ánimas desaparecieron sus figuras,
Mientras las rosas adornan las lápidas del cercano cementerio con sus espinas,

Hoy me fundo en mis veredas,
Para confundirme en las escenas,
Del barrio viejo circundado por verbenas,
Y por la plazoleta,  me acuesto, sin temor a las púas, en sus rosaledas,

martes, 13 de noviembre de 2018



I.
Hoy contesto y me elevo,
A sórdidas y ciegas morales de traje gris
Hoy me interpelo, me sublevo,
Desde pasillos con poca luz, paredes roídas y cuerpos desnudos,
Hoy a la normalidad me rebelo,
No le temo a las caretas con mohín,
Hoy contesto y me elevo.
II.
Me saco la camisa, la corbata, los pantalones, me acuesto desnudo;
A las manos de otros me entrego, vulnerable;
No ejerzo más el poder, esa máscara repulsiva;
No soy nadie, sólo un cuerpo;
Soy débil frente al placer de unas manos venerables;
¡Apoderate de mí, Lilith, no soy más que una rueda de este engranaje!
III.
¡Ah, luz de nuevo!
Ahora el sosiego, la calle tumultuosa, las gentes, sus caras de prisa;
¡Ay, de mí! Débil alma que camina sin pesadumbre, contempla, observa;
¡Mueran los monstruos de la razón y entréguense al placer!