La finalidad de la poesía es lograr la empatía entre el escritor y el lector

martes, 7 de marzo de 2023

 No suelto mi pasado. La constitución del Yo como un montículo de personas con sus llantos y sus risas, como un campo atestado de maniquíes con rostro humano, animados; una habitación repleta de espectros, donde no cabe mi presencia inerme. La historia de mi vida como un cúmulo de disfraces que voy vistiendo, capa tras capa, vida tras vida, ya pesa tanto que no puedo caminar.

No suelto mi pasado. Está vivo en cada célula, cada pedacito diminuto, microscópico, que forma mi cuerpo que empieza a arrugarse. Un libro inabordable que suma hoja tras hoja, letra tras letra, palabra tras palabra; que se sumará a otro tratado del Universo omnisciente como un capítulo más que pasa inadvertido, que pasan por alto, que nadie lee.

No suelto mi pasado. Es la historia de todos y del Todo. Tan relevante como insignificante. No soy más que la sumatoria del polvo del cual nacieron todos, la Tierra, la Natura y los mares. Un fragmento más de la evolución del Todo hacia la Nada, de la Nada hacia el Todo.

No suelto mi pasado. Es angustia, es júbilo, tedio y excitación. Salgo al jardín, agarro un puñado de tierra y me lo meto en la boca, me devoro a mí mismo, a todos, a los vivos y a los muertos. Degluto los árboles, las plantas, los huesos, la carne. Degluto mi pasado como un Uróboro porque hoy es ayer y mañana. Todo sucede para siempre.