La finalidad de la poesía es lograr la empatía entre el escritor y el lector

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Ese minúsculo pedacito de vida que vagabundea dubitativo por los caminos masivos de Buenos Aires soy yo.  Sí, uno más dentro de ese mar de gente. Miro el piso, me detengo, miro el cielo, ensimismado ¿Qué soy? No soy nadie más, ni nadie menos, soy uno más. Me oprime ser otro más, me oprime ser otro  ¿Qué es esta farsa de actores y roles novelescos? Nadie es, todos intentan ser, me perturba. Sigo y sigo, intento. Actúan, todos actúan, simulan, tratan de vivir una vida. A veces entiendo más a un borracho, a un linyera, que a una persona promedio, aburrida ¿Por qué? Porque considero que la única manera de subsistir en este mundo es olvidando que existe. A veces, y muy de vez en cuando, me irrita la gente, me irrita mi ser. A veces, y muy de vez en cuando su sonrisa me calma, sus abrazos me alivian. Más allá de todo soy otra partecita de materia más, materia, lamentablemente,consciente. A veces sería más fácil no ser consciente de nuestra existencia.
La consciencia es la puerta de entrada de la duda, y la duda es que recibe con los brazos abiertos al tormento. A veces, sólo a veces, desearía sólo dejarme vivir. Estoy encadenado a mi propios pensamientos.
 No, hoy no voy a morir, quizás mañana, quizás nunca, a pesar de todo, quiero existir.

martes, 11 de agosto de 2015

Pompeya

Una tarde gris, después de una espantosa tormenta, volví a ese viejo bar en el barrio de Pompeya. Entré taciturno, pensante y antes de sentarme me dirigí hacia el mozo pidiendole un vaso de cualquier vino. Me puse a pensar en aquel momento, en ese mismo barrio, tres años atrás. Un colectivo partiendo, una mujer, un beso de despedida, imágenes borrosas, la gente pasar, una mirada interminable, el adiós ¿Era esta vida o era otra? ¿Era un invento mío o era realidad? Tan lejano, tan difuso era este recuerdo que ya no podía distinguirlo. Sin embargo no podía parar de atormentarme, no podía dejar de reflexionar sobre ello. Ya no era el recuerdo de una persona, era el recuerdo de una situación, o quizás el recuerdo de un recuerdo. Esa mujer ya no se encontraba individualizada, podía ser cualquiera, cualquier rostro fue el que se perdió entre la gente, cualquier mirada fue la que se sostuvo hasta que me perdí entre los autos, cualquier labios fueron los que me besaron. Ya me costaba pensar en esto como una memoria propia, quizás estaba mezclando inconscientemente elementos de algún cuento, novela o poesía que leí por ahí. No encontraba más remedio que embriagarme en aquél apestoso bar de la Avenida Saenz y sumirme en conjeturas. Saqué un cigarrillo, tenía unas ganas inexplicables de fumar para matar la ansiedad que me producía todo aquello. El ambiente ya estaba inundado en una
suerte de bruma grisácea con un insoportable olor a fritura. No había más que dos personas más, otros dos parroquianos de rostros ajados por el tiempo tan desdichados como yo. Eran las seis de la tarde, la hora de la convulsionada vuelta hacia los barrios del Gran Buenos Aires, y el ruido de los autos y colectivos se hacían sentir como un vago murmullo constante que hasta parecía musical de algún modo. Luego de terminar el vaso de vino, pedí un vaso de ginebra y lo tomé de un trago, me envalentoné y salí hacia el mundo de nuevo. Era opresor aquél momento donde uno tenía que salir de ese bar donde reinaba el pasado y la quietud para entrar nuevamente en la vorágine de la multitud que vive el momento, donde el presente es el demiurgo de cada una de las vidas que pasan por la avenida. Cerré los ojos, me imaginé un rostro del otro lado de la ancha avenida, un rostro que mantenía una mirada impertérrita hacia mí, ignorando la marea de gente. Un golpe me despertó de mi letargo, casi caigo al piso, una persona apurada por tomar un colectivo de la línea 179 me chocó como si fuera un objeto inanimado tirado por Pompeya. Sin darme cuenta cae la noche, un helado invierno en Buenos Aires, y el barrio de Pompeya se convierte en una guerra de la marginalidad. Me tomo un colectivo casi como por inercia, una hora y media de viaje hacia el Conurbano profundo, miro la lluvia que comienza a caer de nuevo a través de los empañados vidrios y me acuerdo de un tango que describía a Pompeya y decía: "Barrio de Tango, Luna y Misterio...". Me quedo dormido y siguen mis preguntas una vez más...

sábado, 11 de julio de 2015

Abro la puerta de mis miedos,
Se desvanece en la entrada mi fortaleza,
Veo pasar  a mi alma inquieta, recorriendo los blancos pasillos,
Sonríe maliciosamente y roza con sus fríos dedos la pared,
Cierro los ojos y me hablan mis pensamientos,
Susurros, voces y una melodía que me oprime,
Soy una árida estepa de norte a sur,
No crece más que vacío en mí…

Se acercan las máscaras del viento y merodean la habitación,
Una ventana rota, un suspiro de una gélida brisa,
Se quiebra mi piel, se quiebra mi ser,
Miro el horizonte,
Ni una gota de agua que calme la sed de mi tierra,
Un grito me aturde, unos ojos me miran,

Se acerca la hora...

miércoles, 17 de junio de 2015

La ciudad no duerme...

La avenida se abre bajo las luces,
la vida se expresa en cada paso,
la Ciudad no duerme,

Los bares respiran nostalgia,
y los viejos edificios guardan un secreto,
la Ciudad no duerme,

En cada plaza hay un amor perdido,
en cada esquina una nueva esperanza,
la Ciudad nunca duerme,

Se extiende Avenida de Mayo frente a mí,
monumental, bella, me conmueve...
La noche es larga y me espera,
una historia, mi historia...

miércoles, 3 de junio de 2015

Retorno

Detrás del espejo, la misma habitación, el mismo día. La secuencia de imágenes se repite eternamente, la secuencia de vidas. Caminos que se vuelven a cruzar, una y otra vez. Caminos que vuelven a separarse, una y otra vez. Irremediable realidad, irremediable eternidad, abismos que nos separan. Entre esta vida y la próxima hay un suspiro de distancia y a la vez una inefable lejanía. Entre tu alma y la mía hay una mirada de distancia, un beso, y a la vez una gélida inmensidad. Las profundidades de los sentimientos, se vuelven a repetir, una y otra vez, contra mí. Irreparable existencia, las esperanzas se desvanecen como el humo. Escalo la montaña de mis pesares, una y otra vez. El único camino es existir.

martes, 2 de junio de 2015

Somos naturaleza consciente de su propia existencia,
Somos un sentido inventado, somos la imaginación de los astros,
No existe nada más ficticio que nuestra propia consciencia,
Creemos ser y no somos,
queremos trascender pero no somos más que un minúsculo accidente en el Universo,
Creamos una historia, una vida, un pasado, un presente y un futuro,
Nos creamos a nosotros mismos y aún no logramos existir más allá de la muerte,
¿Qué somos frente a la inmensidad de una eternidad?

domingo, 31 de mayo de 2015

A veces me pierdo en la idea de subirme al primer tren y que me lleve al destino más lejano, al paraje más desolado y desvanecerme entre la niebla de la madrugada. Más aún insisto con el sueño de tomar el primer avión hacia alguna nación desconocida, donde no sea más que un solitario vagabundo por  las calles, sin entender absolutamente más nada que mi soledad. Me sentaría luego en algún nostálgico bar y tomaría un buen trago de vino. Es la sensación de verse lejos de casa, lejos de la propia vida y adentrarme en un personaje, en El Ser Extranjero. Es esta vehemente necesidad de sentirme foráneo, tan lejana, tan irrealizable. Los caminos tienen límites bastante pétreos, no es sencillo salirse de la rutina. Sin embargo no deja de dar vueltas esta idea en mi cabeza: Yo, lejos, sólo, foráneo. La cárcel de la rutina, la pesadumbre de lo predeterminado, el alma revolotea dentro de esta jaula, cuando logre escapar se convertirá en Verdad y las preguntas se resolverán.
Camino solo, perdido, en un callejón de un pueblo de Moravia, una antigua taberna abierta, algunos parroquianos, y un buen vino de Bohemia. Un viejo de tupida barba gris y una frente arrugada por el tiempo me saluda y me sonríe, levanta la copa y brindamos. A sus ojos de un miel resplandeciente los vi en algún lado, su mirada afable despertó recuerdos de otro pasado, de otros tiempos. Me reflejé en sus ojos humedecidos por la humareda de tabaco que invadía el lugar. Me ví, me encontré. Soy yo. Mi verdad...

miércoles, 29 de abril de 2015

Endebles sensaciones,
con un viento de infortunio se desgarran,
Endebles situaciones,
que transforman su fulgor en agonía,

Cada movimiento, fricción, te roza el aire,
cada paso es un tiempo vulnerable al olvido,
Cada sonrisa puede convertirse en llanto,
La fragilidad  gobierna el mundo,

No te fíes de la luz, ni de la oscuridad,
son tan efímeras como tu vida misma...

lunes, 13 de abril de 2015

Un remolino de hojas secas, un otoño opresor,
camino sobre el umbral de mi locura,
me siento a esperar mi desesperanza,
y bebo un vino amargo...

La atmósfera se hace aún más densa,
el roce de un andar corta el silencio como una daga,
sus pies hacen crujir las hojas,
me da la mano, me levanta y bebe conmigo...


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Puedo encontrarte del otro lado del mundo con mis pensamientos que vuelan y atraviesan a las personas mientras bailan al compás de una melodía extravagante. Puedo imaginarme que estás acá, al lado, sentada, tomando unos mates y charlando. Así de simple puedo traerte. De pronto tu imagen se desvanece entre humos. Así de simple podés desaparecer y te perdés en lo más recóndito de esta realidad. Cierro los ojos, en diez segundos recorrí la mitad del mundo, aparecí lejos, lejos de mi, cerca de vos. Tres disparos rompen la paz, abro los ojos exaltado. Mi habitación, mi soledad.

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La causalidad primaria no depende de mi, la causalidad secundaria totalmente,
Dependo del destino (En el cual no creo) para realizar mi cometido, para poder volver a sentirte, es decir, dependo de una mentira para volver a hacer existir una verdad, ese momento.

miércoles, 18 de febrero de 2015

Camino con sosiego los pasillos de la casa, silbo despacio, me muevo entre las sombras. La oscuridad de la noche me trae a la vida, sólo la luna ilumina todo con un tono azuláceo. Deslizo mi mano por la baranda, acaricio las paredes y llego finalmente al fondo del corredor; una puerta. Atravieso despacio, sigilosamente la habitación, y él duerme, tranquilo duerme. Me siento en cuclillas a su lado, respiro en su rostro, lo observo un buen rato, duerme. Me acerco hacia la ventana que abre las puertas hacia el mundo en penumbras de la nocturnidad, la luna y los astros, el misterio. Se oyen un sinfín de sonidos, vagos, lejanos, vida, siempre hay vida en la ciudad (Aunque también hay muerte). Ténue, la luz llega a la habitación y le da un aspecto reconfortante. Me vuelvo hacia el somnoliento cuerpo que yace a mi lado, me fusiono, me sumerjo en él y vuelvo a ser sólo un sueño dentro de otro sueño, perdido...

jueves, 5 de febrero de 2015

Nacemos sin haber elegido nacer, nos otorgan un rostro y un nombre con los que cargamos toda la existencia, ¿Quién dice que este rostro me representa? ¡Mi alma no se refleja en estos absurdos gestos! Disfrazo mi cara, mi cuerpo, me desvivo por exteriorizar mi alma. Las palabras nunca son suficientes, el lenguaje siempre es acotado (Tampoco lo elegí). Nací y crecí sin saber si soy yo, pero  ¿Quién soy yo? No estoy seguro ni de mis manos, ni de mis pies, no sé si puedo mirar o si estoy ciego. Estoy condenado a vivir pero ni siquiera tengo todas las opciones para elegir. Mi Universo es limitado, mis sueños infinitos, mi Eternidad se diluye cuando abro los ojos a la mañana. Me levanto, me miro el rostro en el espejo, lo siento ajeno y me pregunto: ¿Qué soy yo? Sí, ¿Soy este conjunto de ojos, nariz, boca y orejas desparramados, desordenados? Me siento observado por mi propia alma que amenaza con un tono beligerante. Estoy condenado a ser Yo.

miércoles, 21 de enero de 2015

Latinoamerica

Sí, así es, vivo en el tercer mundo, en los suburbios de la Nación Latinoamericana, entre rostros ajados por la tristeza que buscan en cualquier vicio la felicidad perdida. Estamos escondidos
para el mundo, nadie nos conoce, o quizás no somos nadie, o quizás somos todo y no nos damos
cuenta de lo que valemos. Un paseo nocturno por el barrio puede significar tu vida, o tus pertenencias, o unos golpes en la cabeza, o ahogarte en la desdicha por ver a los pibes buscando entre la basura. Sí, tenemos nuestras cosas, nuestra cerveza bien fría en la vereda cuando llegamos de laburar, nuestros mates con la vieja, nuestras sonrisas que persisten a cualquier crisis, tenemos calor, no somos fríos. La realidad es que no sabemos nada del Norte y sus lujos, sus edificios del Siglo XXI, sus afables paseos nocturnos entre edificios Victorianos, ni de la realeza, no nos importa, nos importa sobrevivir, nos importa que termine su explotación, nos importa nuestra rebelión. Vivimos día a día la corrupción, la desidia, y seguimos vivos, y lo más importante es que seguimos acá, no abandonamos nuestra tierra, no nos acobardan las crisis económicas ni los tiros en la madrugada, queremos levantarnos y estamos orgullosos de nuestras raíces. No nos pasan en las películas de Hollywood, nos estigmatizan, somos un estereotipo latino, mestizo y pobre ¿Qué pueden saber si nunca se embarraron en nuestros arrabales, si nunca sintieron la pasión que surge de tratar de sobrevivir en la miseria? Somos nosotros, somos hermanos, somos una Nación distribuída en distintos países, queremos levantarnos, queremos luchar. Vivimos una historia de saqueos, torturas y desaparecidos, sufrimos pero más de una vez vencimos al opresor. Somos cumbia, candombe, tango, salsa, murga y demás. No te asustes ni te compadezcas si ves desdicha en nuestra mirada, marcas en
nuestra piel quemada por el sol, somos fuertes y amamos lo que somos. Estamos entre la altura de las montañas, el calor sofocante del litoral y la selva, desiertos de viento, la arena del mar, la interminable llanura húmeda y fértil, los hielos del sur. Tenemos todo y no tenemos nada, tenemos riqueza, tenemos pobreza, tenemos hambre pero nos apetece la Gloria.

miércoles, 14 de enero de 2015

Soy un millar de almas, una multiplicidad de seres,
soy la violencia de la tempestad en el mar y la armonía de la brisa en las montañas,
el llanto de un bandoneón que resuena como un eco en el empedrado de San Telmo,
el candombe alegre de las calles de Montevideo un día de Carnaval,
Voy sin rumbo entre la gente, camino errante ante la multitud desesperada de calle Florida,
me siento frente al río, la inmensidad se abre delante de mis ojos, mil naciones, millones de rostros, de lenguas, de palabras ¡Cuántas misteriosas palabras!, las oigo a lo lejos, un viento húmedo las trae, son voces del mundo...
Mis sentimientos vuelan por el aire,
la lluvia suave cae sobre mi, lava mis almas y se aclara mi mente;
Soy Todo y no soy Nada,
soy ínfimo en esta inmensidad...

domingo, 4 de enero de 2015

La Belleza  está expuesta en cada palabra,
la cuestión es si sabemos contemplarla,
¿Miramos u observamos?,
¿Escuchamos u oímos?,
Los cinco sentidos no son suficientes si no sabemos interpretarlos,
sólo son un elemento más de nuestra naturaleza animal e instintiva,
La gracia de la humanidad consiste en transformar el mundo en pensamientos,
en soñar, imaginar y crear...
Pobre de nosotros si no encontramos la belleza en la música, la poesía y en cada rincón del universo...
Hay Belleza en lo desagradable, y hay repugnancia en la Belleza...
Hay Belleza en lo antiguo, hay belleza en lo nuevo, en lo desconocido...
Hay Belleza en los cuerpos, en el alma, en nosotros...
Hay Belleza en la vida y en la muerte...

Fernando Pessoa

ABERTURA
En mis momentos oscuros
Cuando en mí no asoma nadie,
Y no es más que niebla y muros,
Lo que en la vida me atañe,

Alzo la frente un instante
De donde vivo agobiado
Y, en el espacio distante,
Veo al sol caer dorado.
Existo entonces, revivo;
Y aunque sólo sea ilusión
Lo exterior en que me olvido,
Nada más que quiero ni pido:
Le entrego mi corazón.





Tabaquería*

No soy nada.
Nunca seré nada.
No puedo querer ser nada.
A parte de eso, tengo en mí todos los sueños del mundo.
Ventanas de mi cuarto,
De mi cuarto de uno de los millones en el mundo que nadie sabe
quién es
(Y si supiesen, ¿qué sabrían?),
Dais al misterio de una calle cruzada constantemente por gente,
A una calle inaccesible a todos los pensamientos,
Real, imposiblemente real, cierta, desconocidamente cierta,
Con el misterio de las cosas bajo las piedras y los seres,
Con la muerte que mancha de humedad las paredes y hace
blancos los cabellos de los hombres,
Con el Destino que conduce la carroza de todo por el camino de
nada.
Estoy hoy vencido, como si supiese la verdad.
Estoy hoy lúcido, como si estuviese por morir,
Y no tuviese más hermandad con las cosas
Que la de una despedida, tornándose esta casa a este lado de la
calle
La hilera de vagones de un tren, y el silbido de una partida
Dentro de mi cabeza,
Y una sacudida de mis nervios y un chirriar de huesos al arrancar.
Estoy hoy perplejo, como quien pensó y halló y olvidó.
Estoy hoy dividido entre la lealtad que debo
A la Tabaquería del otro lado de la calle, como cosa real por fuera,
Y a la sensación de que todo es sueño, como cosa real por dentro.
Fallé en todo.
Como no hice ningún propósito, tal vez todo fuese nada.
El aprendizaje que me dieron,
Descendí por la ventana trasera de la casa.
Fui al campo con grandes propósitos.
Pero allí sólo encontré yerbas y árboles,
Y cuando había gente era igual a la otra.
Me retiro de la ventana y me siento en una silla. ¿En qué he de
pensar?
¿Qué sé yo lo que seré, yo, que no sé lo que soy?
¿Ser lo que pienso? ¡Pienso ser tanta cosa!
¡Y hay tantos que piensan ser la misma cosa que no puede haber
tantos!
¿Genio? En este momento
Cien mil cerebros se piensan en sueños genios como yo,
Y la historia no señalará, ¿quién sabe? ni a uno,
No habrá sino un muladar para tantas futuras conquistas.
No, no creo en mí.
¡En todos los manicomios hay tantos locos deschavetados con
tantas certezas!
Yo, que no tengo ninguna certeza, ¿soy más cierto o menos cierto?
No, ni en mí...
¿En cuántas buhardillas y no buhardillas del mundo
No están en esta hora genios-para-sí-mismos soñando?
¿Cuántas aspiraciones altas y nobles y lúcidas—
Sí, verdaderamente altas y nobles y lúcidas—,
Y quién sabe si realizables,
¿Nunca verán la luz del sol real ni hallaran oídos de nadie?
El mundo es de quien nace para conquistarlo
Y no para quien sueña que puede conquistarlo, aunque tenga
razón.
He soñado más que Napoleón.
He abrazado contra el pecho hipotético más humanidades que
Cristo.
Hice filosofías en secreto que ningún Kant escribió.
Pero soy, y tal vez seré siempre, el de la buhardilla,
Aunque no viva en ella;
Seré siempre el que no nació para esto,
Seré siempre sólo el que tenía cualidades;
Seré siempre el que esperó que le abriesen la puerta al pie
de una pared sin puerta,
Y cantó la cantiga del Infinito en un gallinero,
Y escuchó la voz de Dios en un pozo cegado.
¿Creer en mí? No, ni en nada.
Que me derrame la Naturaleza sobre la cabeza ardiente
Su sol, su lluvia, el viento que me despeina,
Y lo demás que venga si viene o que tenga que venir, o que no
venga.
Esclavos cardíacos de las estrellas,
Conquistamos todo el mundo antes de levantarnos de la cama;
Pero nos despertamos y él es opaco,
Nos levantamos y es ajeno,
Salimos de casa y es la tierra entera,
Más el sistema solar y la Vía Láctea y lo Indefinido.
(Come chocolates, niña;
¡Come chocolates!
Mira que no hay más metafísica en el mundo que la de los
chocolates.
Mira que todas las religiones no enseñan más que la confitería.
¡Come, niña sucia, come!
¡Si pudiera yo comer chocolates con la misma verdad con que tú
los comes!
Pero yo pienso y, al quitarles el papel plateado, que es de estaño,
Arrojo todo al suelo, como tiré la vida.)
Pero queda al menos de la amargura de lo que nunca seré
La caligrafía rápida de estos versos,
Pórtico hendido hacia lo Imposible.
Pero al menos dedico a mí mismo un desprecio sin lágrimas,
Noble al menos por el gesto amplio con que arrojo
La ropa sucia que soy, sin motivo, para el decurso de las cosas,
Y me quedo en casa sin camisa.
(Tú que consuelas, que no existes y por eso consuelas,
O diosa griega, concebida como estatua con vida,
O patricia romana, imposiblemente noble y nefasta,
O princesa de trovadores, gentilísima y colorida,
O marquesa del siglo dieciocho, escotada y distante,
O cocotte célebre del tiempo de nuestros padres,
O no sé qué moderno —no concibo bien qué—,
Todo eso, sea lo que fuera, lo que sea, si puede inspirar ¡qué
inspire!
Mi corazón es un balde vacío.
Como invocan espíritus los que invocan espíritus me invoco
Me invoco a mí mismo y nada encuentro.
Me acerco a la ventana y veo la calle con una nitidez absoluta.
Veo las tiendas, veo las aceras, veo los coches que pasan.
Veo los entes vivos vestidos que se cruzan,
Veo los perros que también existen,
Y todo esto me pesa como un condena al destierro,
Y todo esto es extranjero, como todo.)
Viví, estudié, amé y hasta creí,
Y hoy no hay mendigo al que no envidie sólo por no ser yo.
En cada uno miro los andrajos y las llagas y la mentira,
Y pienso: tal vez nunca hayas vivido ni estudiado ni amado ni
creído
(Porque es posible hacer la realidad de todo eso sin hacer
nada de eso);
Tal vez hayas existido apenas, como un lagarto a quien cortan
la cola
Y que es cola más acá del lagarto que se retuerce.
Hice de mí lo que no supe,
Y lo que pude hacer de mí no lo hice.
Vestí un disfraz equivocado.
Me tomaron enseguida por quien no era, y no lo desmentí, y me
perdí.
Cuando quise arrancarme la máscara,
Estaba pegada a la cara.
Cuando la arrojé y me vi en el espejo,
Ya había envejecido.
Estaba borracho, y no sabía vestir el disfraz que no me había
quitado.
Arrojé la mascara y dormí en el vestidor
Como un perro tolerado por la gerencia
Por ser inofensivo
Y voy a escribir esta historia para probar que soy sublime.
Esencia musical de mis versos inútiles,
quién pudiera encontrarte como cosas que yo hice,
Y no quedarme siempre enfrente de la Tabaquería de enfrente,
Pisoteando la conciencia de estar existiendo,
Como un tapete con el que tropieza un borracho
O la esterilla que los gitanos roban y no vale nada.
Pero el Dueño de la Tabaquería se asomó a la puerta y se quedó
en ella.
Lo miro con la incomodidad de la cabeza torcida
Y con la incomodidad de una alma que mal entiende.
Él morirá y yo moriré.
Él dejará el letrero, yo dejaré versos.
Y un día morirá el letrero y también mis versos.
Después morirá la calle donde estuvo el letrero,
Y la lengua en que fueron escritos los versos.
Morirá después el planeta girante en que todo esto sucedió.
En otros satélites de otros sistemas cualquier cosa como nosotros
Continuará haciendo cosas como versos y viviendo debajo de las
cosas como letreros,
Siempre una cosa frente a otra,
Siempre una cosa tan inútil como la otra.
Siempre lo imposible tan estúpido como lo real,
Siempre el misterio del fondo tan cierto como el sueño del
misterio de la superficie,
Siempre ésta o aquella cosa o ni una ni la otra cosa.
Pero un hombre entró en la Tabaquería (¿a comprar tabaco?),
Y la realidad plausible cae de repente sobre mí.
Me incorporo a medias enérgico, convencido, humano,
Y voy a intentar escribir estos versos en los que digo lo contrario.
Enciendo un cigarro al pensar en escribirlos
Y saboreo en el cigarro la liberación de todos los pensamientos.
Sigo el humo como mi camino,
Y gozo, en un momento sensitivo y adecuado,
La liberación de todas las especulaciones
Y la conciencia de que la metafísica es la consecuencia de una
indisposición.
Después me reclino en la silla
Y sigo fumando.
Seguiré fumando hasta que el Destino me lo permita.
(Si me casase con la hija de mi lavandera
Tal vez sería feliz.)
Visto esto, me levanto de la silla. Me acerco a la ventana.
El hombre salió de la Tabaquería (¿guarda el cambio en el bolsillo
del pantalón?).
Ah, lo conozco: es Esteves sin metafísica.
(El Dueño de la Tabaquería llegó a la puerta.)
Como por un instinto divino, Esteves se volvió y me vio.
Hizo una señal de adiós, le grité ¡Adiós, Esteves!, y el universo
Se reconstruye en mí sin ideal ni esperanza, y el Dueño de la
Tabaquería sonrió.

Tengo tanto sentimiento...

Tengo tanto sentimiento
que es frecuente persuadirme
de que soy sentimental,
mas reconozco, al medirme,
que todo esto es pensamiento
que yo no sentí al final.

Tenemos, quienes vivimos,
una vida que es vivida
y otra vida que es pensada,
y la única en que existimos
es la que está dividida
entre la cierta y la errada.

Mas a cuál de verdadera
o errada el nombre conviene
nadie lo sabrá explicar;
y vivimos de manera
que la vida que uno tiene
es la que él se ha de pensar.

Versión de Ángel Crespo









Todas las cartas de amor son ridículas...*

Todas las cartas de amor son
ridículas.
No serían cartas de amor si no fuesen
ridículas.

También escribí en mi tiempo cartas de amor,
como las demás,
ridículas.

Las cartas de amor, si hay amor,
tienen que ser
ridículas.

Pero, al fin y al cabo,
sólo las criaturas que nunca escribieron cartas de amor
sí que son
ridículas.

Quién me diera el tiempo en que escribía
sin darme cuenta
cartas de amor
ridículas.

La verdad es que hoy mis recuerdos
de esas cartas de amor
sí que son
ridículos.

(Todas las palabras esdrújulas,
como los sentimientos esdrújulos,
son naturalmente
ridículas).

**Heterónimo A. Campos
Versión de Miguel Ángel Flores







Tu voz habla amorosa...

Tu voz habla amorosa...
Tan tierna habla que me olvido
de que es falsa su blanda prosa.
Mi corazón desentristece.

Sí, así como la música sugiere
lo que en la música no está,
mi corazón nada más quiere
que la melodía que en ti hay...

¿Amarme? ¿Quién lo creería? Habla
con la misma voz que nada dice
si eres una música que arrulla.
Yo oigo, ignoro, y soy feliz.

Ni hay felicidad falsa,
mientras dura es verdadera.
¿Qué importa lo que la verdad exalta
si soy feliz de esta manera?

Versión de Teodoro Llorente