La finalidad de la poesía es lograr la empatía entre el escritor y el lector

domingo, 23 de diciembre de 2018

La plazoleta de Zamora es mi Sacre Coeur;
Centenario mi Montmartre;
Pasan las motos, pasan los autos;
Se escuchan tiros a lo lejos;
A media cuadra a la izquierda veo el eterno cementerio,
A la derecha los tilos y el boulevard;
Ya no hay nadie;
Yo con una lata de birra,
La brisita fresca de diciembre,
El viento que trae el aroma de la tierra sepulcral,
Ya nadie camina,
La noche me encierra,
Con la locura me traslado fuera del barrio;
Estoy liviano viajando en los aires,
Navegando el Rin,  navegando el Tíber,
En las elevaciones del Himalaya se encuentra mi espíritu,
Mi cuerpo en el arrabal, los grillos que me hablan,
Las flores de tilo que me bañan en su perfume,
Es verano, es Sur, el barrio;
Esto no es París, es el Rio de La Plata,
me embarro las alpargatas,
habito las calles, amo a la gente,
El barrio es mi Walden
El barrio es Lo Salvaje...

miércoles, 19 de diciembre de 2018

Caminar

I.

Meditabundo por los senderos me adentré en el bosque de talas. Un vago resplandor se escabullía por los huecos azules que se formaban entre el firmamento de hojas y ramas. Así, absorto fugándome de las voces de la ciudad, encontrándome ante la inmensidad, en lo salvaje, en la libertad plena. Caminando por horas, caminando por días, caminando sin tiempo. Respirando profundo ¡Que se llene de oxígeno mi sangre y que recorra cada recoveco de mi materia! Librándome al fin, sanando mis heridas, siguiendo a Thoreau, siguiendo a Emerson, buscando lo sublime en cada brisa perfumada de natura, encontrando en mí lo agreste, sólo entre la hierba y la humedad del bosque. Con los ojos bien abiertos, una vez que desterré a mi ceguera la luz me encandiló, pero nunca se puede volver a la oscuridad. Los plantas vivaces, el verde perenne, los colores de la vastedad de la tierra. Los grandes campos que se extienden aún hoy, sobreviven al humo de la muchedumbre. Como una flor inmarcesible me rebelo ante mi adversidad.

II.
Quiero arrancarme la sociedad de la cara, quiero quedar desnudo frente a los bosques. Contemplando a los animales y al monte. Quiero nadar en los ríos para lavarme la suciedad, la inmundicia. Quiero correr libre, desatar mis pensamientos, dar rienda suelta a mi locura. Quiero fundirme en el éxtasis de mi cuerpo, amarlo, tocarlo. Quiero enceguecer todas las miradas, cortar los dedos que me señalan. Quiero ser libre, ser el viento y las montañas.

martes, 18 de diciembre de 2018

Inspiraciones



I.
A veces me viene la inspiración para  escribir en momentos inadecuados, entiéndanse los mismos a través de la siguiente enumeración:
1.       Estando en la ducha;
2.       Teniendo sexo;
3.       Manejando mi auto en un embotellamiento;
4.       Estrujado entre la gente en un transporte público;
5.       Mientras vomito en algún callejón perdido por obra y gracia del alcohol;
6.       En una reunión laboral;
7.       En el cine;
8.       Mientras me afanan en la calle.
II.
Aún siento el aroma de los recuerdos infantiles que me sobrevienen en las mañanas de estío perfumadas por los tilos. El paisaje del barrio me transporta inevitablemente y vuelvo a ser inocente sintiendo una felicidad casi plena. Desconozco mis penurias por un momento, elevándome sobre las callecitas, sobre las viejas que van de compras (de las cuales cada vez quedan menos) y veo desde arriba el viejo Sur, con las calles rotas, las casas despintadas. Suena un bandoneón en un pasillo, y más allá Callejeros. El humo del asado sale de atrás de una casa. En diciembre los domingos tienen otro color. He ahí, repentinamente encuentro a mi musa. Sur…

lunes, 3 de diciembre de 2018

Pasillo



Se sienta en el pasillo, cruzado de piernas, postura del indio, contemplativo. El viento y sus ráfagas asesinan el silencio, dejando un rumor sostenido y espectral. Las paredes angostas del pasillo, la pintura descascarada muestra la desnudez del cemento. Al fondo, las plantas, el verde bailando al compás de la brisa brinda una tétrica melodía natural. Hojas perennes, flores inmarcesibles adornan el camino de piedras sobre la hierba, por el cual aparecen alegres las gatas. Colas paradas, miradas rozagantes, paso ligero. Se avecina la tormenta junto con las felinas, se dirige todo hacia él, vórtice, punto de fuga, demiurgo de este mundo. Allí, en su pecho, nacen y mueren las cosas, comienzan y finalizan las líneas que componen el cuadro, el Todo y la Nada, el Tiempo. ¡Oh, el Universo en tu pecho! Pensamiento hecho carne, abstracción del Yo materializándose en tu cuerpo. Ese pasillo es tu vida, estrecha, firme, directa. Un corredor gastado, las gatas jugando, tu mirada fija en un punto lejano, tu cuerpo inmóvil, atónito. El Instante y una Eternidad se construyen a tu alrededor en el viejo corredor. El pasado, el presente y el futuro en tus ojos perdidos. Tu Alma es un mundo.