Sigo las huellas de mis pasos, una y otra vez, camino sobre ellas. Entre la bruma y la infinita oscuridad extiendo mi brazo, acaricio la fría humedad de las paredes, recorro mi encierro. Los caminos se abren, se cierran, terminan en abismos. Oigo el rumor de mi voz de fondo, ininteligibles formas sonoras que se pierden en la brisa, en la extensión de las penumbras. La cúpula sobre mi cabeza, tan eterna, tan inmensamente negra con el pequeño candor de los astros. La única salida a este laberinto, los astros, hendijas en la noche que se abren al fulgor de mi edén. Necesito volar, necesito atravesar la noche y los cielos, llegar a mí…
La finalidad de la poesía es lograr la empatía entre el escritor y el lector
sábado, 18 de febrero de 2017
Adentros
Sigo las huellas de mis pasos, una y otra vez, camino sobre ellas. Entre la bruma y la infinita oscuridad extiendo mi brazo, acaricio la fría humedad de las paredes, recorro mi encierro. Los caminos se abren, se cierran, terminan en abismos. Oigo el rumor de mi voz de fondo, ininteligibles formas sonoras que se pierden en la brisa, en la extensión de las penumbras. La cúpula sobre mi cabeza, tan eterna, tan inmensamente negra con el pequeño candor de los astros. La única salida a este laberinto, los astros, hendijas en la noche que se abren al fulgor de mi edén. Necesito volar, necesito atravesar la noche y los cielos, llegar a mí…
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