La finalidad de la poesía es lograr la empatía entre el escritor y el lector

lunes, 29 de diciembre de 2014

Se alborota en mis entrañas, tiene inefables ganas de ver la luz, salir, mostrarse al mundo. El cuerpo no es más que una cruel y oscura prisión, un encierro idéntico a todos los demás. Quiere vagar por las calles, charlar afablemente con las demás, apreciar el sol, las montañas, el mar. Mi interior se ajetrea, ella se mueve hiperquinéticamente, no aguanta un sólo día más enclaustrada.  Se inmiscuye por los poros, los orificios nasales, me exige que la libere. Mi forma corpórea inerte, copia símil de los restantes, inútil, animal, carece de humanidad. Triunfa, logra salir, ella, mi parte incorpórea, abstracta, intangible, inmaterial, mi ser, es puramente humana. Mi identidad, mi originalidad, mi singularidad se encuentran en ella. Puja por salir de las penumbras, por mostrarse, por otorgarnos nuestro único elemento singular, eterno, por darnos vida y humanidad. Ve la luz, enamora...

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