Camino con sosiego los pasillos de la casa, silbo despacio, me muevo entre las sombras. La oscuridad de la noche me trae a la vida, sólo la luna ilumina todo con un tono azuláceo. Deslizo mi mano por la baranda, acaricio las paredes y llego finalmente al fondo del corredor; una puerta. Atravieso despacio, sigilosamente la habitación, y él duerme, tranquilo duerme. Me siento en cuclillas a su lado, respiro en su rostro, lo observo un buen rato, duerme. Me acerco hacia la ventana que abre las puertas hacia el mundo en penumbras de la nocturnidad, la luna y los astros, el misterio. Se oyen un sinfín de sonidos, vagos, lejanos, vida, siempre hay vida en la ciudad (Aunque también hay muerte). Ténue, la luz llega a la habitación y le da un aspecto reconfortante. Me vuelvo hacia el somnoliento cuerpo que yace a mi lado, me fusiono, me sumerjo en él y vuelvo a ser sólo un sueño dentro de otro sueño, perdido...
No hay comentarios:
Publicar un comentario