Nacemos sin haber elegido nacer, nos otorgan un rostro y un nombre con los que cargamos toda la existencia, ¿Quién dice que este rostro me representa? ¡Mi alma no se refleja en estos absurdos gestos! Disfrazo mi cara, mi cuerpo, me desvivo por exteriorizar mi alma. Las palabras nunca son suficientes, el lenguaje siempre es acotado (Tampoco lo elegí). Nací y crecí sin saber si soy yo, pero ¿Quién soy yo? No estoy seguro ni de mis manos, ni de mis pies, no sé si puedo mirar o si estoy ciego. Estoy condenado a vivir pero ni siquiera tengo todas las opciones para elegir. Mi Universo es limitado, mis sueños infinitos, mi Eternidad se diluye cuando abro los ojos a la mañana. Me levanto, me miro el rostro en el espejo, lo siento ajeno y me pregunto: ¿Qué soy yo? Sí, ¿Soy este conjunto de ojos, nariz, boca y orejas desparramados, desordenados? Me siento observado por mi propia alma que amenaza con un tono beligerante. Estoy condenado a ser Yo.
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