La realidad es que me encuentro etéreo atrapado en esta
existencia. Una indefinida luz blanquecina,
inmutable, en el horizonte, en todas partes. Los pasos son un puente,
una superficie pétrea que se concibe mientras camino, y aún así no veo a dónde
me conducen ¿Hacia ese destino albugíneo? Esa infinidad quizás sea una parte de
mí, que se esconde tras el velo universal para no dejarse ver, para no mirarse
a los ojos.
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