La finalidad de la poesía es lograr la empatía entre el escritor y el lector

martes, 5 de junio de 2018


Luego de sentir un ronrroneo en las entrañas se me revuelve la boca del estómago, me estremezco y tiemblo desde el comienzo del pecho hasta la laringe.
Regurgito asquerosamente y abro la boca con una amplitud inenarrable. Una gata, una gatita sale afanosamente desde mis entrañas, limpita, hermosa, gris. Se para en la mesa como una deidad de mirada grave, sus ojos con pupilas dilatadas me observan con ternura. Esbelta recorre la mesa, sube arriba de los libros (Tomos gruesos, libracos que corresponden a obras completas de Tolstoi), se refriega en mí una y otra vez, me muerde levemente las manos, juega. Acaricio a mi gata, a la gata y ronrronea. Un ruido corta la escena, el silencio, ella para las orejas, mira al horizonte y abre la puerta con las patas. Corre, esbelta corre, trepa la higuera que da hacia el pasillo, sube por la medianera, se va. El cielo, las nubes, el horizonte, lo trascendental, la infinitud, se va. Libre se va…

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