El tren deja la estación, el viento la despeina mientras ve la ya lejana
silueta de su amor. Caminos que se bifurcan de un amor onírico,
nocturnos recuerdos a la luz de la luna de besos de sosiego que empañan
sus ojos. Ella sabe de la eternidad que posee la memoria, ella sabe de
las cicatrices que deja el verdadero amor, ese que ni en los sueños da
respiro, ese que ni el tiempo ni la distancia destruyen.
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