Náusea, náusea, más náusea. Veo mi rostro desfigurado en escenas repetidas. No logro discernir si es presente o pasado. Como si en vez de mi persona viera a la nada en esas imágenes, como si nunca hubiera existido y fuese sólo un producto de la imaginación de algún buen esquizofrénico. Ya no me siento corpóreo, siéntome un acervo de sentimientos y sensaciones, un ente abstracto vagando por los tiempos de manera transversal, un atisbo de energía que con su ténue resplandor se pierde en la nada.
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