¡Ay, si yo escribiera todo lo que pensara! Quizás sería un
gran poeta, en lugar de esta falsa representación de persona humana que anda
pisando los charcos en el ocaso de un día lluvioso por el barrio. Quizás, en
vez de esta finitud, yo sería infinito como el horizonte de las pampas. Bien yo
sé que guardo en el armario de mi alma cierto arte de sentir lo que sienten,
que puja y quiere materializarse en la escritura, hacerse tinta y encastrar el
papel. Así que hoy, este burócrata apagado, cansado de envolverse en los humos
etílicos, que toma mate mirando la lluvia, ¡Hoy, yo proclamo la libertad de mi
esencia! Porque más bien prefiero quemarme la lengua, o que un acéfalo me
revuelva la yerba del mate recién preparado que seguir enclaustrando lo que me
habita y me da vida. Sin pasión, porque el arte es pasión, y sin empatía sería
un vil autómata, una vieja bancaria, un ñoqui de municipalidad que fuma pucho
tras pucho mirando con cara de caballo al público. Hoy, en el escenario de esta
vida me desnudo y soy yo, sin tapujos ni máscaras.
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