I.
A veces me viene la inspiración para escribir en momentos inadecuados, entiéndanse
los mismos a través de la siguiente enumeración:
1.
Estando en la ducha;
2.
Teniendo sexo;
3.
Manejando mi auto en un embotellamiento;
4.
Estrujado entre la gente en un transporte
público;
5.
Mientras vomito en algún callejón perdido por
obra y gracia del alcohol;
6.
En una reunión laboral;
7.
En el cine;
8.
Mientras me afanan en la calle.
II.
Aún siento el aroma de los recuerdos infantiles que me
sobrevienen en las mañanas de estío perfumadas por los tilos. El paisaje del
barrio me transporta inevitablemente y vuelvo a ser inocente sintiendo una
felicidad casi plena. Desconozco mis penurias por un momento, elevándome sobre
las callecitas, sobre las viejas que van de compras (de las cuales cada vez
quedan menos) y veo desde arriba el viejo Sur, con las calles rotas, las casas
despintadas. Suena un bandoneón en un pasillo, y más allá Callejeros. El humo
del asado sale de atrás de una casa. En diciembre los domingos tienen otro
color. He ahí, repentinamente encuentro a mi musa. Sur…
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