La finalidad de la poesía es lograr la empatía entre el escritor y el lector

viernes, 21 de junio de 2024

 

Caminaba por los callejones antiguos, laberínticos, cuando el sol caía. Desnuda, su cabeza estaba coronada con flores. Nadie la podía ver, solamente traía consigo un aroma a humo, carbón amargo que inundaba el olfato. Bajaba de los Templos del Fuego, desde la cima de la colina al oeste de la ciudad. Vagaba por la plaza desnuda entre tanto velo, sin ser advertida. Lloraba sangre, lloraba sin ser escuchada, gritaba sin que nadie lo notara. A la noche subía al palacio de las dieciocho columnas de madera, observaba la plaza, el gentío, las carrozas, las parejas de la mano, las familias; sin embargo, era invisible como si habitara en otro plano, como si existiera para otro mundo. Circasiana esclava, llena de dolor, condenada en vida y en muerte. El perfume del incendio desborda las calles de la antigua capital condenada al olvido, condenada al pasado.

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