La llama volvió a arder,
nuestras almas fueron el combustible del fuego del amor,
Cada lugar del mundo que habitamos perfumamos de pasión.
Nuestras miradas se cruzan, miradas furtivas,
denotan el sosiego que trae haber abandonado la dura soledad,
la penumbra que emerge en la distancia cuando dos seres amantes se alejan.
Desaparecen esos recovecos de vacío,
esos minutos de agonía,
cuando me recuesto en tu pecho.
Cada segundo es eterno,
en cada instante me detengo,
respiro el aire de tu amor, de mi felicidad.
Nada importa ya,
más que tu sonrisa, tu felicidad, la nuestra...
nuestras almas fueron el combustible del fuego del amor,
Cada lugar del mundo que habitamos perfumamos de pasión.
Nuestras miradas se cruzan, miradas furtivas,
denotan el sosiego que trae haber abandonado la dura soledad,
la penumbra que emerge en la distancia cuando dos seres amantes se alejan.
Desaparecen esos recovecos de vacío,
esos minutos de agonía,
cuando me recuesto en tu pecho.
Cada segundo es eterno,
en cada instante me detengo,
respiro el aire de tu amor, de mi felicidad.
Nada importa ya,
más que tu sonrisa, tu felicidad, la nuestra...
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