Al adentrarme en la desolación de los senderos gastados
demoro mis pasos, ajados y débiles;
Sedienta mi mirada de un horizonte celeste, de ver los
pájaros libres sobrevolar los bosques;
Me alejo de los ojos desbordados de hastío y de
cólera, que se cruzan entre sí;
Resguardo mi integridad en la soledad de la noche, en las
llanuras de Las Pampas;
Como un caballo galopa en búsqueda del agua, suelto, sin
riendas, en los campos;
Anhelo ese sosiego, esquivo las balas de la desidia de esta
inmunda sociedad;
Fundo mi mano con tu mano y abrazo la otredad…
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